lunes, 30 de enero de 2012

Los tacones son para las valientes

Las caprichosas como yo nos encabezonamos con unos zapatos en cuanto los vemos. Ahí están, en un escaparate, parece que nos sonríen y lo que más nos llama la atención es que son nuevos, no los tenemos y los queremos, cueste lo que cueste… parece que no vamos a poder vivir sin ellos desde ese momento en que cruzas la mirada con ellos.

La historia se repite siempre igual, de forma cíclica. Estás haciendo algo y cuando menos te lo esperas caes en la trampa…un par de zapatos nuevos, brillantes, esperando a que te los pongas y que seas la reina de la pista…pero solo unas semanas, meses, años…dependiendo del modelo. Hacen que te sientas guapa, única y no los cambiarias por nada… si tienes más o menos gracia te los combinas de una y otra forma, intentando amortizándolos de la mejor forma que puedes, hayan caído en tus manos de temporada o de saldo. No importa el momento, solo las historias que tengas con ellos, porque sabes, que tarde o temprano quedarán arrinconados por otros nuevos, porque pasen de moda, porque te duelan o porque como eres una caprichosa siempre quieres unos nuevos…

De mis últimos zapatos me quedo con los kilómetros caminados y bailados, con los roces bajo la mesa y sobretodo, con el placer de habérmelos puestos dejándome guiar por ellos hasta el tropiezo final.

Los tacones son para las valientes,  no por intentarlo una noche, sino por caerse una y otra vez y volver a ponérselos con la misma ilusión que la anterior.


M.

lunes, 23 de enero de 2012

Las cárdigans no son para despistadas

Las rebajas han llegado. No puedo creer que no hayamos escrito ni un post sobre ellas, teniendo en cuenta que nos hemos recorrido Barcelona dos veces, un centro comercial y Vilanova i la Geltrú en busca de las mejores gangas y de la falda plateada. No, no hemos encontrado gangas, ni tampoco la falda, pero alguna cosa ha caído, como no. 

Las rebajas me han sacado de quicio este año. Si eso son descuentos dignos de un país en crisis...que venga Amancio Ortega y lo vea. 

Este va a ser un post breve para quejarme de las no-rebajas y de otro hecho que también me saca de quicio, que no entiendo: ¿dónde van a parar las cárdigans cuando salimos de fiesta? ¿Existe un agujero negro a donde van clips, gomas de pelo y chaquetas de punto?

No creo que sea capaz de contar con exactitud las cárdigans que he perdido a lo largo de mi vida fiestera. Pero me gustaría saber dónde van a parar. Dice mi madre que no podemos perder nuestros objetos cuando los dejamos en una discoteca, que no hay que dejar el bolso por ahí, bla bla bla. Y tiene razón, pero es que en invierno no hay otra: o te coses la chaqueta al cuerpo, o la pierdes.

Sí, conozco muchas amigas, de las cual no diré el nombre, que al perder su chaqueta, bien sea de punto, bien sea chaquetón de invierno, la han sustituido inmediatamente (en la misma discoteca) por otra similar. A eso le llamo yo ser espavilada. 

Y sí, las rebajas han llegado. Hemos ido en busca de gangas, de esos artículos que sólo nos compramos cuando están rebajados. Y las chaquetas de punto, al ser uno de esos artículos llamados "de continuidad", no tienen descuento. Podría calcular que en mi vida fiestera haya perdido aproximadamente 6 cárdigans, a una media de 15 euros cada una, son 90 euros. 

Señor Amancio Ortega, o manda usted rebajar estos productos, o al menos les añade un dispositivo para localizarlos. 

martes, 3 de enero de 2012

Una serie de catastróficas desdichas (I)

Lo típico, perder el bus en tus narices, tropezar, liarla parda...

Ahí vienen unas cuantas de este fin de año en el Mountains Project:

- De camino al aeropuerto, el miércoles 28 de diciembre, día de los inocentes. Dejar la maleta y que se le caiga a un niño encima. Con la consecuente mirada asesina de su padre que, por cierto, era Rumano.

- Pasajera ninja: con ryanair siempre se te tienen que ocurrir mil historias para pasar el control sin que te hagan pagar 40 euros, ya sea porque no hayas imprimido tu billete o porque metiste algun que otro "por si acaso" de más. Y yo soy experta en llenar la maleta de más. Así que con 2 jerseys encima, una chaqueta de punto, el abrigo y una sudadera cubriendo la mano izquierda, donde llevaba la cámara de fotos (que obviamente no va a ir metida en la maleta), un libro, el monedero y los cascos en la otra mano, conseguí pasar el dichoso control. Victoria.

- Que te guste dormir en el avión, y que la tarea de la tripulación sea venderte hasta la ropa que llevan. Cigarros sin humo, El País, "para el gusto o la desgracia de algunos, el Diario As", comida, bebida, boletos de lotería... e incluso hacer coña con el destino del avión diciéndote que nos vamos a Nueva York (cuando todos sabemos que los aviones de ryanair difícilmente cruzarían el Atlántico).

- Bajar del avión con semejante carga no es tarea fácil. Así que mi libro y mi billete de avión acabaron rodando por las escaleras...

- Lo más normal es que con ryanair no llegues a tiempo por algún retraso que no te puedes explicar. Pues nada, justo el día que se adelanta media hora, el que me tiene que recoger en el aeropuerto del medio de la nada (Villanubla-Valladolid) se retrasa porque su cita con el alergólogo, que siempre tarda 15 minutos, se le alarga.
Aeropuerto de Villanubla, donde no paran ni los pájaros.


- Llegar a Villanubla, saber que vas a estar hora y media rascándote las narices, y que no haya ni un mísero bar.

5 días increíbles

- Volver a Villanubla y que empiece la mala suerte. 


- Esperar a que abran el control de equipaje (que lo abren en horas puntuales para los dos vuelos diarios que hay. Punto pelota. Allí si que trabajan poquito.

- Esperar hora y media más porque el avión se retrasa. Yuju. Y que el móvil se te quede casi sin bateria. Doble Yuju.

- Decidir ir la última en la cola para no estar esperando de pie, sin hacer nada, jodiéndome la espalda sin motivo aparente. Llegar a que me comprueben el ticket y no encontrar el DNI. Pánico. Todo al suelo: jersey, abrigo, cámara, maleta, libro, cascos, monedero. Abrir el monedero. No está. Los bolsillos. Nada. Los bolsillos del abrigo, de los pantalones, de una chaqueta, de la otra. Nada. Abrir la maleta, y buscar en un bolso, en otro, en otros pantalones. Nada. Que la azafata se vaya a comprobar mi reserva, y encontrar el DNI en mi monedero. 

- Subir al avión y que todo el mundo te asesine con la mirada, y dar golpes a diestro y siniestro con mis abrigos, bolsos, camara y maleta, hasta llegar al único sitio vacío de todo el avión, que no podía estar en el pasillo, no. Estaba en medio. Más miradas asesinas.


C. 

martes, 20 de diciembre de 2011

Primera escapada al norte

Lo mejor de una escapada romántica es eso, que es romántica…sobretodo si es con alguien que acabas de conocer, habéis conectado y hace 900 KM en un día para verte.

Cuando J. me propuso una escapada a su tierra, una tierra del norte, más bien de clima “fresquito” me apeteció muchísimo, cambiar un poco la loca Barcelona o mi deprimente pueblo por un destino nuevo, donde para mí todo sería nuevo y lo más importante, fresco.

Me dejé llevar y allí que me fui. Me aconsejaron que llevara ropa de abrigo, que me dejara de presumir, que mejor abrigarse y no pasar frío. Así que cogí los 2 o 3 jerseys que abrigan y los metí en una maleta a reventar (por si llueve, por si nieva, por si sale el sol, por si me secuestran, por si tengo una cena importante, por si, por si…). Lo más gracioso de todo era que todo era una sorpresa para mí, no sabía dónde iba ni de dónde venía. Me levantaba por la mañana intentando adaptar mis outfits al contexto donde me encontraba o fijarme en el de él, pero ni así conseguía acertar.

El segundo día fuimos a Olite, un pueblo encantadoramente medieval, poco transcurrido y con un castillo enorme y ostentoso. Llegamos al hotel, nos dieron la llave y con la emoción olvidamos que número de habitación era donde debíamos ir, así que estuvimos maleta en mano un par de veces subiendo y bajando hasta que nos llegó la sangre a la cabeza y abrimos la habitación correcta. Esa noche salimos, quedamos con una pareja amiga y lo que iba a ser una cerveza fueron 4 o 5, la caballerosidad de J. llega al límite de que aún no habiendo acabado una copa de cerveza, te trae una nueva…lo que a mí, personalmente, me afecta…en la conciencia de la realidad, claro.
Al llegar al hotel todo fue distorsión…me desperté como si me hubieran dado con el candado del castillo en la cabeza, me fui al baño y ví que mi neceser no estaba…lo busqué por la enorme habitación, perdiendo por momentos todo el glamour que había podido sumar ese par de días…Entonces recordé las vueltas inútiles que dimos antes de encontrar la habitación y pensé que me lo habría dejado fuera, en algún pasillo del hotel…Eran las 10 de la mañana y recé para no encontrarme con nadie… J. con su optimismo habitual me dijo que saliera con mi “pijama”, tal cual, a buscarlo: “qué más da, no va a haber nadie ahora”…en un acto de sensatez, poco común en mi persona, me puse el albornoz por encima y salí. Dejé la puerta medio abierta y caminé por la moqueta del pasillo mirando desesperadamente todo el espacio, en busca de mi neceser, no estaba, retrocedí un par de pasos para meterme en la habitación antes de que alguien me viera y pensara que Amy Winehouse había vuelto a la vida en un pueblo de Navarra. Al girarme ví como la puerta se cerraba en mi cara, era de esas modernas de madera, que pesan mucho y se cierran solas…quise morirme, después de años (desde que mis padres me llevaron al Disney) estaba en un hotel decente y estaba con pintas de ramera en el pasillo…llamé a la puerta pero oí el agua de la ducha…esperé en la esquina como si eso me hiciera invisible y recé para que J. me echara de menos, y así fue, abrió la puerta con un divertido: “¿Pero que haces ahí fuera?”, le abracé como si me hubiera salvado del naufragio del Titanic y entré…El neceser estaba en recepción, una vez recuperado, decidí contar las cervezas que me iba a beber de ahora en adelante en el viaje.

M.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Los sms ya no están de moda

Cuando se convirtieron los sms en un medio de comunicación de la prehistoria? En qué momento de los últimos tres años me he quedado dormida y me he perdido esa transición? Tan rápido ha sido? El otro día me puse a reflexionar sobre este hecho con M. Últimamente nos han pasado algunas cosas que requieren una mención en Saint-Torpez.

Hoy en día salimos de fiesta y bueno, lo típico que conoces a alguien, y ese alguien te pide un contacto. Hemos pasado de pedir el número de teléfono para enviar sms, el email para el Messenger, a pedir el nombre para Facebook, y ahora volvemos a pedir el número de teléfono, pero esta vez para utilizar los sistemas de mensajería instantánea como el tan adorado Whatsapp.

Y ahora aquel que te envía un sms es un bicho raro, e incluso se considera un bicho raro. La última frase que he oído es “oye, espero que no te moleste que no esté en Facebook ni nada de eso, yo envío sms”. ¿Qué no me moleste? Hoy en día me molesta más que me pidan el número de teléfono y luego ni siquiera lo usen. Porque señores lectores -y lectoras también- de este blog, si no lo van a usar, directamente ahórrense la saliva y el tecleo en el móvil.

Sms vs. Whatsapp

Yo me escribo mensajes con mi madre, que es muy vintage ella. Como ahora parece que al no estar de moda, todas las compañías telefónicas los regalan, y mi madre no tiene (ni tendrá) whatsapp, utilizo mis 350 mensajes con ella y mis amigas del pueblo (que aun, muy a su pesar, no tienen mensajería instantánea ni tuenti en el móvil).
Con mi madre me escribo chorradas como “Terelu campos próxima portada de interviú, ve preparando la palangana”. A lo que ella me responde “con fotoxop hasta yo puedo”.

Os imagináis la poca gracia que tendría esa pequeña conversación entre mi madre y yo si fuese con Whatsapp? Los sms tienen la magia de que debes incluir todo lo posible en un mensaje corto, cortísimo, y además siempre cabe la duda de que el otro no lo haya recibido. Quién no ha utilizado la excusa esa de: te envié un sms, ¿no lo viste?

En cambio con la mensajería instantánea se acabó. El famoso “saberse ignorado” es una mierda. O todo lo contrario, según se mire. Si no te contestan, básicamente están pasando de tu cara. Aunque hay excepciones, como estar en el trabajo (y estar ocupado/a) o tener un breakdown emocional –en cuyo caso también se considera que están pasando de tu cara, aunque por otros motivos-.

El único motivo por el que defiendo claramente el whatsapp es por las imágenes. No está nada mal eso de poder explicar con una imagen dónde estás y lo que estás haciendo. Aunque puede llevarse al extremo. Por extremo me refiero a aquellos que se envían fotos desde el trono del señor Roca, en pelotilla picada, recién levantados, etc. Estas fotos quizá no hacen falta. Que hay mucho cabrón suelto.

Por cortesía de Cuanto Cabrón


Pelearse a través de las redes sociales es algo que también se ha vuelto común. En vez de coger el teléfono y solucionarlo, o quedar para hablar, desde que llegaron los sms a nuestras vidas, toca discutir por teléfono. Ahí no defiendo ni a sms ni a whatsapp (aunque en whatsapp es gratis, pero sigue siendo igual de inútil).

Y lo opuesto de pelearse, flirtear, ligar y ser romántico, pierde toda la gracia por sms, pero aun más por whatsapp. Ya no tenemos problemas para ver quién cuelga el último porque luego llega un whatsapp que da continuidad a la conversación. Ya no nos escribimos cartas románticas porque para qué dejarnos la mano…si con 100 whatsapps lo puedes decir todo y dejarte los pulgares en el intento. ¿para qué quedar para cenar mirándoos a los ojos, si podeis cenar cada uno en vuestra casa, lo que os apetezca, viendo lo que queráis en la tele, y a la vez whatsappear?

Citas vs. Whatsapp

Hablando de quedar para cenar, merendar, tomar algo, desayunar, cualquier acción que implique que dos personas en el mismo lugar interactúen. En ese caso, el whatsapp DEBE estar desconectado. No hay cosa que me saque más de quicio, o me de la impresión de estar siendo ignorada, que estar con alguien que corte la conversación conmigo porque ha recibido un whatsapp.
Señores/as, aprovechad cuando el otro haya ido al baño, aprovechad cuando el galán con el que estéis vaya a pagar la cuenta sin que os deis cuenta, incluso podeis aprovechar cuando se ate los cordones de los zapatos. Pero NUNCA NUNCA interrumpáis una conversación por un mensajito instantáneo.


Por cortesía de Cuanto Cabrón


Seguramente podría hablar de los mil y un aspectos de las redes sociales, teniendo en cuenta que apenas he mencionado Facebook, Tuenti, Twitter, y compañía. Pero por hoy ahí lo dejo, con el siguiente monólogo by Quequé sobre el las redes sociales.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Amigos


Amigos, qué gran palabra. Cuanto la utilizamos y que profundo es su significado.
¿Quién define las líneas generales de la amistad? Supongo que uno mismo, al igual que pasa con las relaciones de pareja, la familia, etc.

¿Por qué es tan especial, entonces, la amistad? Un amigo es el que está incondicionalmente a tu lado, no por motivos de sangre, no por motivos de amor o sexo, no por ningún motivo que otro que el de la gratitud, generosidad y todo lo que compartís y lo que no, lo que os hace diferente y que hace que eso mismo sea tan especial.

Hay épocas en las que nos concentramos más en el trabajo, en los estudios, en una pareja…a pesar de eso, nuestro amigo siempre permanece en la luz o en la sombra, esperando el momento en el que lo necesites. No te recrimina, ni te pide explicaciones, solo te acompaña, sea cual sea el momento y la situación.

Creo que la grandeza de la amistad reside en la peculiaridad que un amigo es incondicional y atemporal, con todo lo que estos dos términos incluye…Me hace gracia puntualizar una de las frases que repetimos con mis amigos: “una madrugada yo te ayudo a esconder un cadáver, al día siguiente ya veremos lo que haríamos, pero si tu me llamas, ahí estoy”. No importa lo que sea, lo que haga, como piense y como actúe porque es tu AMIGO.

Compartir secretos, experiencias y risas son motivos suficientes para mantener vivo ese sentimiento y olvidar rencores o errores del pasado. Porque si algo he aprendido es que intentar castigar a alguien solo sirve para destruirse a uno mismo. La amistad es la relación interpersonal más gratificante que existe, a su vez es la que mayores decepciones conlleva, a parte del amor. Aún así, acceder a recuperar o perdonar una amistad puede reforzar ese vínculo sin limites…y que bien sienta. Seguiré esperando.




M.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Feliz lunes

Los lunes sigo más o menos la misma rutina de cada día entre semana. Pero hoy al levantarme me he dicho: "por qué no haces de este lunes algo diferente y fuera de la rutina?" He cogido mi bolso y al salir de mi casa para coger el autobús (ese que mágicamente es puntual, y que incluso a veces llega antes) he decidido darle un poco de emoción al tema y olvidarme la tarjeta de una zona y tener que correr escaleras arriba en busca de la misma. 

Tras el primer meneo del día, me he subido al autobús, he comprobado mis actualizaciones en twitter (que me han arrancado una sonrisa, para qué nos vamos a engañar) y luego he cogido mi libro hasta llegar a la parada del autobús de la estación de Vilanova i la Geltrú. 

Al bajar del autobús lo he visto venir. No he necesitado ni comprobarlo. En mi bolso llevaba de todo: el libro, dos libretas pequeñas, un bolígrafo, el móvil, mi bocadillo, cinco céntimos perdidos, dos gomas del pelo (luego siempre me pregunto dónde narices las meto) y el resguardo de la multa (esa es otra historia). Pero no llevaba las llaves de la redacción. 

Desde hace menos de un mes trabajo en una emisora de radio comarcal. Y desde hace un par de semanas doy rigurosamente las noticias del Garraf y el Penedés a las 8:20 de la mañana. Todos los días menos hoy.

M.P y J.G, mi jefa y compañera respectivamente, a las que he llamado inmediatamente y con voz de desesperación y esperanza, me han recomendado que me fuese a tomar un café hasta que ellas llegasen. Y por si os lo estáis preguntando, no, no hay personal de seguridad, ni portero que me pudiesen abrir. Los que me conocéis sabéis cómo soy para estas cosas, así que he decidido sentarme frente a la puerta del edificio, pasando frío y castigándome durante 45 minutos.

No, no me he sentido mejor después. Y para colmo, tras las risas de mi jefa en mi cara, me ha tocado aguantar esta canción, fruto de su maravilloso gusto musical (ironía mode on, para los que todavía no lo habíais notado): 



Tras las frases esas de "es normal", "nos puede pasar a todos", "ahora ya seguro que no te las dejas más", he empezado a estornudar. Los 45 minutos de frío en la calle a las 8 de la mañana me están pasando factura. 

Eso sí, mañana, con más voz o menos, con moqueo o sin él, con fiebre o sin, entro a la redacción a hacer el informativo de las 8:20. 



C.