viernes, 2 de septiembre de 2011

Pies de segunda mano


Desde que vendí mi ordenador antiguo por internet por la friolera de 50 euros (creedme, ese ordenador no valía para nada) me he aficionado a poner en venta todos aquellos artículos que no uso, que no me he puesto, o que apenas he usado. De esta forma cumplo con la rigurosa campaña “mierdas las justas” de finales de verano y también me saco unas pelas ahora que estoy sin curro.

Gracias a esta nueva práctica he descubierto una nueva forma de fetichismo.

El otro día hacía limpieza de zapatos. Los tengo distribuidos en tres armarios diferentes y di con unos zapatos prácticamente nuevos, negros, de charol, con unos tacones de infarto que me compré hace menos de un año y que me he puesto dos veces por miedo a caerme de semejantes andamios.

Inmediatamente los fotografié con mi iPhone de seis vidas (recordad que perdió una cayéndose al vacío a los dos días de tenerlo en casa) y los colgué en una página de venta de artículos de segunda mano. Como he comentado antes, ya he vendido otras cosas anteriormente, pero nunca hasta ahora había recibido tantos emails interesándose no sólo por el artículo, sino por otra cosa.

Mis pies.

En todos los e-mails que recibí me pedían si podían ver como me quedaban los zapatos, si los podían ver puestos, si podíamos poner la web-cam para ver como me quedaban, etc.

Se han convertido este tipo de portales en el nido de fetichistas de pies y otras partes del cuerpo, donde pueden contactar con almas inocentes como la mía para satisfacer sus extraños gustos?

Por cierto, he vendido los zapatos. No preguntéis más.

C.